La pipas que nunca murieron.

El arte sigue vivo.

Las memorias de los pueblos aborígenes son transmitidas de generación en generación, de padre a hijo, de abuelo a nieto, sin papeles ni palabras por medio.
Nuestros ascendientes aborígenes de estas tierras han sido perseguidos por más de quinientos años. Gran parte de sus memorias se han perdido, la globalización ha roto ya muchas cadenas. Pero todavía quedan muchas tradiciones intactas, muchos conocimientos compartidos por sólo unos pocos, experiencias recopiladas durante milenios y que nunca han sido escritas.
La pipa no es un elemento creado para franquear momentos de ocio. La pipa es una tradición, la pipa crea un ritual, la pipa transmite paz, la pipa es un canal para conectarse con nuestras realidades superiores y con las memorias milenarias que ya han sido olvidadas.

La pipa no es sólo un instrumento para fumar. Nació instintivamente cuando el dinero no existía, y cuando la vida era una armonía perfecta entre el hombre y el entorno.Las llamadas pipas, en distintas formas según las costumbres y según los distintos lugares del planeta, fueron creadas como instrumentos de meditación; servían como puente entre el hombre y los espíritus. Era un instrumento poderoso en momentos de decisiones, acercamientos y fiestas. El pitar era algo muy sagrado, al igual que el tabaco y otras hierbas que permitían que se estableciera una comunicación con los dioses. Hace miles de años, en distintos lugares del mundo, existían estas costumbres con distintas pipas, distintas formas y decoraciones según las distintas creencias. Pero el cometido era el mismo en todos lados: el del rezo a los dioses. Es maravilloso pensar que en lugares tan separados existieran las mismas costumbres, algo que se ve tan simple y tan sencillo, sea tan importante; y sí que lo es, mucho más de lo que uno pueda pensarlo.
En mi caso, he construido pipas instintivamente, lo que ha hecho que mi forma de ver las cosas haya cambiado.
Es impresionante encontrar un lugar físico, pitar una pipa y ver como fluyen energías a través del cuerpo, ver cómo se alimenta el alma; el conocimiento adquirido y la armonía que existe es simplemente celestial.
Si yo tuviera que medir los miles de años de cultura que existe en torno a las pipas y sumarlo al contacto espiritual que se manifiesta al hacer las piezas, estoy seguro que no hay dinero que lo pague. Pero me conformaría con un agradecimiento muy profundo, un agradecimiento que salga del alma, que tenga lógica y que sea por instinto. Eso seria lo mas puro y real.

Pedro Ferrizo