Sobre las cazoletas para pipas de tabaco, que están fabricadas de espuma o espuma del mar. Por el Profesor J. Beckman.


La sustancia, ya sea de naturaleza terrestre o pedregosa, de la cual se fabrican las pipas de tabaco en uso en el Este y en algunos países europeos, hasta ahora es poco conocida. Los pipas de esta fortaleza tienen varias cualidades que hacen que su uso sea cómodo. Son ligeras, portátiles y no se rompen fácilmente; no son susceptibles de un calor repentino o violento; y la espuma del mar, de la cual comúnmente se supone que están hechas, absorbe con facilidad el aceite que el fuego extrae del tabaco, y así evita que pase a través de la pipa y ofenda al paladar. Estas cualidades han hecho de esta sustancia un considerable objeto de comercio; y se emplea en la fabricación de pipas de diferentes formas en todo el Este, como también en Moldavia, Valaquia, Transilvania, Hungría y Alemania; donde se lleva en pequeñas máscaras, y forjado en las formas que más gustan a los europeos.

Para adquirir un conocimiento preciso de esta sustancia, Beckman la examinó mediante una variedad de experimentos químicos y realizó experimentos similares en la espuma o espuma del mar, que se supone que es una de sus partes constituyentes. Pero no adquirió el conocimiento que esperaba obtener mediante estos experimentos: sin embargo, sus resultados, que aquí se relacionan, le permitieron refutar la opinión de Bruckman (quien afirma que la espuma de mar, de la cual son las pipas, está formada por la fina palidez de los huesos del calamar, fusionado con pegamento), y las relaciones de ciertos viajeros, quienes creen que están hechas de piedra pómez; como también la noción de Linneo, que clasificó esta sustancia entre las tierras arcillosas.
Aunque refuta estas tres opiniones de la manera más satisfactoria, sin embargo, no puede estar satisfecho con el conocimiento imperfecto que tenía del asunto. Quería saber dónde se encontraban originalmente esta espuma de mar o estas cazoletas para pipas; y después de muchas consultas, obtuvo, de lejos, la mejor información sobre este tema del viaje de Spon y Wheler. Estos viajeros mencionaron que habían visto una colina, a poca distancia de Tebas, en el camino a Negropont, donde vieron la sustancia en cuestión excavada en un pozo profundo en pedazos, que al principio son de la suavidad y el color del queso nuevo, pero, cuando están secos, crecen muy duro y adoptan un tono blanco brillante. En estado blando a esta sustancia, dice Wheler, "la llevan al pueblo y la cortan curiosamente en cazoletas de pipas que, tan pronto como se seca, se endurecen, tan blancas como la nieve y brillando". Se supone que en la colina que antiguamente se llamaba Collis Ismenius. Muchos de estas cazoletas están talladas y preparadas en Lepanto; y, por lo tanto, los viajeros instruidos, que tienen gusto por la mineralogía, harán bien en visitar la colina ismeniana y observarán su contenido con más atención de la que hasta ahora se les ha otorgado.

Nuestro autor, sin embargo, piensa que es imposible que esta colina pueda proporcionar el prodigioso número de estas cazoletas, que se producem anualmente para el comercio. Y, después de esforzarse en obtener información sobre esta circunstancia de los mercaderes de Turquía y otros, supo que las cazoletas para las pipas utilizadas en Hungría y Alemania, provenían de Natolia; opinión que es confirmada por una pieza de espuma de mar, que el célebre Niebuhr envió desde ese país a la universidad de Gottingen. Más aun, nuestro autor está totalmente inclinado a pensar, que esta famosa tierra se encuentra en América del Norte, más especialmente en los alrededores de Quebec; los canadienses la emplearon en la fabricación de pipas de tabaco desde tiempos inmemoriales, como dice la tradición; y se dice que los franceses, que habitan esa región en la actualidad, aprendieron este arte de ellos. Tampoco se han detenido aquí las preguntas de nuestro curioso académico: él ha contado el secreto de cómo están hechas y describe, circunstancialmente, la manera de prepararlas.
No se usa fuego; el  tallado es la principal operación empleada; y las cazoletas a menudo se hierven con aceite y cera, para hacerlas más sólidas y espléndidas. El mejor artista, de hecho, no puede darles a todas el mismo grado de elegancia, ni el mismo alto brillo; ya que la sustancia en cuestión no siempre es igual de homogénea y sólida, ni está igualmente exenta de grietas y fisuras. Más aun, muchas de las cazoletas se tiran, como incapaces de ser forjadas en pipas, al menos por los artistas alemanes. Pero las cazoletas que tienen éxito indemnizan al fabricante abundantemente por esta pérdida; a medida que las pipas de esta composición se convierten en un objeto de lujo; y no es raro (se nos dice} ver a cien thalers (1), o dólares (25 libras), pagados por un virtuoso de la pipa por una cazoleta elegante y bien pulida. Nuremberg, Lemgow y Rulh, son los lugares donde estas cazoletas se fabrican y se exportan a todas las provincias alemanas. La manufactura de Rulh se describe circunstancialmente por nuestro autor.

No lo seguiremos, por curioso que sea este relato. Algunos de nuestros lectores tal vez piensen que este artículo completo no vale una pipa de tabaco, pero otros considerarán que el objeto es interesante, tanto en lo que se refiere a la orictología (2) como al comercio.

(1) Thaler: moneda de plata alemana.
(2) Orictología: palabra de uso obsoleto, antigua especialización de la rama de la historia natural que trata sobre fósiles o restos hallados en la corteza terrestre.

Traducido de: Memorias de la Real Sociedad de Gottingen, 1781 en The Monthly Review; or, Literary Journal (Julio- diciembre inclusive, 1783), varios autores. Volumen LXIX.